sábado, 4 de octubre de 2008

Reseña 04: Los procesos de socialización

REFERENCIA BIBLIOGRAFICA:

Nombre del libro: Acción e ideología: Psicología social desde Centroamérica, Capítulo 4. Número de páginas que fueron leídas para hacer esta reseña: 35.
Autor: Ignacio Martín Baró.
Editorial: UCA.
Fecha de edición: 1990.
País que lo publica: El Salvador


TESIS QUE DESARROLLA EL AUTOR:

Ignacio Martín Baró, plantea que la socialización constituye un proceso de desarrollo histórico, identidad personal y social, donde el individuo tiende a desarrollarse como persona y miembro de un grupo social concreto, a través del lenguaje con el que construye la realidad, incorporando principios y valores que definan sus fines y acciones, a través de la moral.




INDAGACION DOCUMENTAL:

Los sociólogos y psicólogos suelen entender el concepto de socialización desde una perspectiva diferente. Para los sociólogos, la socialización es el proceso a través del cual una determinada sociedad u orden social logra pervivir y reproducirse, transmitiendo a los nuevos miembros aquellas normas y principios necesarios para la continuidad del sistema. La socialización cambia así a la persona, la va haciendo previsible respecto al sistema social y ajustada a sus objetivos, lo que permite el funcionamiento normal de ese sistema. Para los psicólogos la socialización es el proceso a través del cual los individuos adquieren aquellas habilidades necesarias para adaptarse y progresar en una determinada sociedad. Desde esta perspectiva, el individuo cambia a fin de poder sobrevivir y funciona adecuadamente. (P. 114)

Se va a entender la socialización como aquellos procesos psicosociales en los que el individuo se desarrolla históricamente como persona y como miembro de una sociedad. Esta definición sostiene tres afirmaciones esenciales:

La socialización constituye un proceso de desarrollo histórico. Se trata de un proceso caracterizado siempre por su concreción temporal y espacial. No es un proceso mecánico, inmutable, prefijado genéticamente o dependiente tan sólo de determinismos biológicos, como podría ser la maduración: por el contrario, su carácter es definido por las circunstancias propias de cada situación histórica concreta. Así, el análisis de los procesos de socialización requiere examinar como variables fundamentales en qué sociedad, en qué clase social, en qué grupo, en qué época, en qué situación, en qué coyuntura tienen lugar esos procesos. (P. 115)

El estudio de la socialización tiene que prestar especial atención a la historia en cuanto contenidos concretos y, aunque es importante examinar cómo se transmite algo, más importante aún es conocer ese algo que se transmite. No es lo mismo transmitir un sentido de solidaridad comunitaria que un ansia de competencia individualista, aunque uno y otro se puedan adquirir mediante los mismos procesos de aprendizaje social. (P. 115)

En segundo lugar, es un proceso de desarrollo de la identidad personal. A través de la socialización, la persona se va configurando, va llegando a ser, en su desarrollo en y frente a la sociedad, como afirmación de su particular individualidad. Socializarse no es un simple cambio de un estado a otro, una modificación; es un paso hacia el ser, y hacia el ser personal. En el proceso de socialización la persona no cambia; la persona se hace, la persona emerge. De ahí que la persona y su específica identidad personal, sus rasgos y características personales, sean el fruto de este proceso histórico de configuración. La sociedad no es entonces algo externo a la identidad de la persona; es elemento configurador esencial de su ser personal. (P. 116)

Esta concepción de la socialización rompe con la tradicional dicotomía entre naturaleza y medio, herencia y ambiente, “natura” y “nurtura”, no porque se niegue el posible valor analítico de la doble categorización sobre las raíces del proceso, sino porque la dualidad conceptual se presta a una comprensión cosificada de esas raíces, como de hecho ha sucedido, otorgando carácter de cosas entre sí a lo que son conceptualizaciones parciales de una misma realidad. (P. 117)

Frente a esta dicotomía, es importante afirmar que lo social es, por principio y desde el principio, constitutivo esencial de cada persona humana y, por consiguiente, la existencia de una persona supone necesariamente la existencia de una sociedad que la ha configurado a través de la historia. (P. 117)

En tercer lugar, la socialización es un proceso de desarrollo de la identidad social. La socialización marca al individuo con el “carácter” o sello propio de la sociedad y grupo social en el que históricamente se realiza su proceso de socialización. La persona surge a través del proceso como alguien con una identidad propia, pero se trata de un sujeto “de” tal o cual sociedad, “de” tal o cual clase social. El “de” señala una pertenencia desde las raíces más profundas de la estructura humana de cada persona. No hay identidad personal que no sea al mismo tiempo y por lo mismo identidad social. (P. 117)

Por ello la identidad es primero y sobre todo una pertenencia objetiva: al ser parte de un grupo la persona adquiere el carácter peculiar de ese grupo así como desarrolla aquellos aspectos específicos que el grupo hace posibles. Pero la adquisición de una identidad social es también el producto de una asignación individual que tiene lugar a través de los procesos de interacción personal. La conciencia que la persona adquiere sobre sí misma y que a su vez repercute en su propia determinación surge condicionada por la realidad social objetiva, que le abre y cierra determinadas posibilidades (de ahí el que la conciencia que puede adquirir una persona tiene siempre el límite impuesto por la realidad de su grupo social), así como por la evolución específica de cada persona al interior de su medio social. (P. 118)

Peter Berger y Thomas Luckman (1968) han distinguido entre los procesos de socialización primaria y los procesos de socialización secundaria. La socialización primaria corresponde en lo fundamental a lo que nosotros hemos definido como socialización en general, mientras que la socialización secundaria sería el proceso de incorporación de la persona a sectores particulares de la organización social, “submundos” institucionales como pueden ser la universidad, un hospital o un club social. “La socialización secundaria es la adquisición del conocimiento especifico de ‘roles’, estando éstos directa o indirectamente arraigados en la división del trabajo”. (P. 118)

Por la socialización primaria, el individuo se convierte en miembro de un grupo social concreto: su ubicación material al interior de un mundo objetivo de relaciones interpersonales le lleva a apropiarse de aquellos esquemas que definen la realidad y conocerse a sí mismo como real.
(P. 118)

En la socialización primaria, el individuo adquiere un mundo y desarrolla una identidad personal. “Un mundo” es ante todo un contexto objetivo, material y personal: el grupo social en el que uno nace, la situación en que se encuentra. Pero, en segundo lugar, “un mundo” es también una cultura en toda su complejidad. Por tanto, adquirir un mundo significa formar parte de un contexto y situación social, e incorporar individualmente ese contexto y situación sociales en forma de estructuras psicológicas. Mediante la adquisición de un mundo la persona pertenece a un grupo, a una sociedad, forma parte objetivamente de ella; pero, a su vez, la sociedad, su grupo es constitutivo esencial de su ser personal. A la pertenencia objetiva corresponde una incorporación subjetiva del mundo. (Página 119)

La estructuración psicológica del individuo puede descomponerse analíticamente en dos aspectos:

a) La socialización supone que el individuo, situado en un determinado contexto social y en interacción con ese medio (sobre todo con los que Mead llama “los otros significativos”), va formando unos esquemas cognoscitivos que seleccionan y procesan su información, que filtran y configuran lo que él va a aceptar como la realidad, como el mundo. (P. 119)

b) La socialización supone también que el individuo va incorporando, haciendo suyo, un marco valorativo de referencia. Cuando las personas captamos la realidad, conocemos a otras personas, cosas o hechos, nuestro conocimiento no suele ser aséptico, puro; más bien, al conocer la realidad experimentamos emociones, positivas o negativas, que son la corporalización de la evaluación. (P. 120)

La definición de la realidad supone ya un juicio sobre la calidad ética, humana o estética. Pero esta evaluación no está en la realidad en sí, sino en la realidad en cuanto parte de los grupos sociales y en cuanto conocida y vivida por las personas. Así pues, junto a los esquemas cognoscitivos, las personas incorporan a través de los procesos socializadores unos esquemas valorativos, unos criterios para medir y evaluar la realidad. Los esquemas de valoración son todavía más expresivos si cabe de las estructuras sociales que los generan y cuyos intereses canalizan a través del individuo como exigencias universales y principios absolutos. (P. 120)

A través de la socialización primaria, los individuos adquieren una identidad personal cristalizada en un yo al cual remiten sus acciones, su pensar y sentir. El yo es el producto de la socialización en todas sus dimensiones, y cada momento de su evolución representa la síntesis final de los procesos evolutivos de la persona. La plenitud de capacidades hace que las personas se sientan “más ellas mismas”, mientras que la enajenación es experimentada como una pérdida de la propia identidad, una “salida” del propio yo: “en ese momento no era yo; estaba fuera de mí mismo”. (P. 121)

La identidad personal tiene cuatro características fundamentales:

1) Está referido a un mundo: El yo personal siempre se encuentra ubicado en un contexto objetivo y está referido a un mundo, entendido como una realidad de sentido, conocida y valorada. La identidad es, por consiguiente, el enraizamiento de la persona en un determinado mundo de significaciones así como en una determinada red de relaciones sociales. Asumir la propia identidad supone asumir también ese mundo. Las personas tienen identidad referidas a un contexto, y fuera de él el yo pierde sus raíces y se desmorona. (P. 121)

2) Se afirma en la relación interpersonal: La identidad de las personas es de naturaleza social; está referida sí a un mundo de significaciones (mundo objetivado), pero está referida fundamentalmente a un mundo constituído por las personas más significativas de su entorno, los “otros significativos”, su mundo de relaciones sociales. La identidad propia de la persona se afirma frente a la identidad de los demás, su yo se define frente a los demás y con ellos. (P. 121)

3) El yo o la identidad personal es relativamente estable: Hay una evolución a lo largo de la vida, pero la persona mantiene una continuidad consigo misma sea o no consciente de ella. Puesto que la identidad personal está siempre referida a un mundo, la evolución del yo va unida al cambio en el propio mundo. En general, las personas pasan por diversas etapas a lo largo de la vida y, en no pocos casos, cada una de estas etapas representa un cambio importante en su identidad personal. Así, retrospectivamente, la persona puede encontrar modificaciones cruciales en su propio yo a lo largo de su existencia. Sin embargo, ni estos cambios niegan la continuidad de su “yo” ni contradicen la afirmación que el yo es relativamente estable. (P. 122)

4) Es producto tanto de la sociedad como de la acción del propio individuo: A esta consecuencia se llega como resultado de comprender a la persona humana como un ser de historia; la identidad personal se forma en la confluencia de una serie de fuerzas sociales que operan sobre el individuo y frente a las cuales el individuo actúa y se hace a sí mismo. Al actuar, el individuo genera una realidad y la conoce como tal, pero a su vez la acción misma es hecha posible por las fuerzas sociales que se actualizan en el individuo. (P. 123)

En la vida social, la construcción de la realidad se realiza en gran parte por medio del lenguaje: El lenguaje objetiva al mundo, le da una consistencia social, lo “realiza” (en el doble sentido de aprehenderlo como conciencia de él y de hacerlo real en cuanto lo produce dándole una forma y una identidad). Desde un punto de vista funcional, el lenguaje constituye un “engranaje” clave del organismo humano. (P. 133)

Al psicólogo social le interesa más específicamente verificar el lenguaje en cuanto comportamiento social y, por tanto, en cuanto remite a unas raíces sociales. En este sentido, el psicólogo social se pregunta en qué medida la sociedad configura la personalidad y las acciones de sus miembros a través del lenguaje, tanto condicionando su desarrollo intelectual como determinando la estructura de su mundo. (P. 133)

Un lenguaje representa de hecho una determinada codificación del mundo, es decir, una forma particular de ver la realidad, ordenándola, clasificándola según categorías y atribuyéndole signos. De este modo, el flujo de la realidad es fijado y objetivado, permitiendo que la multiplicidad de experiencias de cada persona sea referida a una misma serie de signos y así sean tipificadas de acuerdo a determinadas categorías. De este modo, lo que es siempre y por naturaleza individual se socializa y pasa a constituirse como parte de una referencia compartida por todo un grupo o sociedad. En este sentido, el lenguaje sirve como mediación socializadora entre la persona y la comunidad, entre la experiencia individual y el orden social. (P. 134)

Uno de los autores que más expresivamente ha conceptualizado el papel mediador es Edward Sapir. Según Sapir, el lenguaje es de naturaleza heurística, es decir, “sus formas predeterminan para nosotros ciertos modos de observación y de interpretación”. El lenguaje es un guía de la realidad, pero de la realidad en cuanto social, no en cuanto simplemente individual. Las personas descubren a través del lenguaje significados de la realidad que no son explicables por la calidad de la experiencia personal misma, sino por la naturaleza del propio lenguaje. (P. 134)

La forma de pensar de los miembros de una sociedad está fuertemente condicionada por el tipo de lenguaje de esa sociedad, hasta el punto que, según Sapir, el “mundo real” se encuentra en buena medida construido sobre el esquema de los hábitos mentales del grupo: “los seres humanos no viven únicamente en el mundo objetivo, ni siquiera en el mundo de la actividad social como se suele entender, sino que se encuentran mucho más a merced del lenguaje concreto que se ha convertido en el medio de expresión de su sociedad”. (P. 134)

El planteamiento de Sapir fue recogido por Benjamin Lee Whorf. Whorf realizó numerosas comparaciones entre un lenguaje como el inglés y un lenguaje indígena, el hopi (de una tribu de indígenas de Arizona). Para Whorf, las notables diferencias lingüísticas entre uno y otro no sólo expresan el hecho que se trata de dos lenguajes diferentes, sino que ponen de manifiesto dos realidades culturales distintas. (P. 135)

“Disecamos la naturaleza de acuerdo con las líneas trazadas por nuestras lenguas nativas. Las categorías y tipos que aislamos del mundo de los fenómenos no los encontramos allí porque atraigan la atención de cualquier observador; por el contrario, el mundo se presenta en un flujo calidoscópico de impresiones que nuestras mentes tienen que organizar, y que lo hacen en buena medida mediante los sistemas lingüísticos. Seleccionamos la naturaleza, la organizamos en conceptos y atributos significativos en buena medida porque estamos de acuerdo en organizarla de esa manera; se trata de un acuerdo válido para quienes comparten nuestro habla y que está codificado en los esquemas de nuestro lenguaje”. (P. 135)

Estrictamente considerada, la tesis de Whorf significa, ante todo, que los niveles superiores del pensamiento humano están condicionados por el propio lenguaje, pero significa también que la estructura misma del lenguaje que se usa habitualmente influye en la forma como se conoce la realidad. (P. 135)

A la búsqueda del proceso formador de lenguaje y cultura, para Alexander R. Luria, el lenguaje es uno de los principales productos del desarrollo histórico que, a su vez, sirve como mediador del influjo social en la actividad mental de las personas. Luria concluyó que “los cambios sociohistóricos no sólo introducen nuevos contenidos en el mundo mental de los seres humanos, sino que también crean nuevas formas de actividad y nuevas estructuras del funcionamiento cognoscitivo”, haciendo avanzar la conciencia humana hacia nuevos niveles. (P. 138)

En buena medida, estos cambios son mediados por el lenguaje. Luria muestra la progresiva interiorización del lenguaje como mecanismo de control de acción. La socialización supone así la interiorización del control comportamental a través del lenguaje, no tanto en sus aspectos fonéticos cuanto en sus aspectos semánticos o de significación. (P. 138)

A diferencia de Luria que examina los determinismos históricos de las estructuras sociales a través de un proceso de cambio revolucionario en la organización social, Basil Bernstein intenta encontrar ese determinismo psicosocial comparando los esquemas lingüísticos y sus efectos en dos clases sociales contrapuestas al interior de un mismo orden social. Según Bernstein, la estructura social genera distintos códigos lingüísticos intrínsecamente vinculados a las diversas formas de relación humana y cultural hechas posibles por el orden estructural, códigos que a su vez condicionan el quehacer de los miembros de las diferentes clases sociales. (P. 138)

La tesis de Bernstein se desglosa en cuatro puntos:

La relación entre contextos sociales y significaciones. Las relaciones sociales actúan selectivamente sobre las significaciones que hay que producir, y éstas a su vez activan una determinada selección gramatical y léxica. Los cambios en las relaciones sociales afectarán los mecanismos de planificación usados en la preparación del habla y en la orientación del interlocutor. (P. 140)

Los significados dependientes de un contexto sólo son asequibles a aquellas personas que comparten la comprensión de ese contexto. Por el contrario, los significados independientes de un contexto son por principio universales, ya que no presuponen el conocimiento implícito de ninguna significación. (P. 140)

La vinculación entre significaciones y principios. Los significados dependientes del contexto hacen referencia a principios relativamente implícitos, de los que no siempre tienen suficiente conciencia ni siquiera aquellas mismas personas que guían por ellos su vida cotidiana. Por el contrario, los significados independientes del contexto se refieren a principios relativamente explícitos y elaborados. (P. 140)

El funcionamiento de los códigos lingüísticos. Lingüísticamente, las diversas relaciones sociales, los dos tipos de contexto se materializan a través de los códigos. Un código lingüístico, es un principio regulador que controla la forma como se desarrollan en el habla los diversos contextos socializadores. Los códigos, por supuesto, no son directamente observables. Así como hay dos tipos fundamentales de significados, hay dos tipos de códigos: (a) el código restringido, que regula lingüísticamente los significados dependientes del contexto, y (b) el código elaborado, que regula lingüísticamente los significados independientes del contexto. (P. 140)

Según Bernstein, la fuerza de los códigos se puede captar en el uso que las instancias socializadoras de las personas (los padres, los maestros, etc.) hacen de las variables lingüísticas restringidas o elaboradas en distintas situaciones de la vida social. En este sentido, para Bernstein la estructura social se vuelve realidad psicológica en el niño moldeando sus actos lingüísticos: la forma de la relación social actúa selectivamente sobre el tipo de código empleado, que se vuelve expresión simbólica de la relación y regula la naturaleza de la interacción. Así, las consecuencias de la forma de relación social en que vive la persona son transmitidas y sostenidas a nivel psicológico por los códigos. (P. 141)

El problema que originalmente se planteó Bernstein consistía en averiguar las razones que llevaban a los niños y jóvenes provenientes de la clase social trabajadora a fracasar en el medio escolar en un porcentaje significativamente mayor que los niños provenientes de la clase burguesa o de los sectores medios. Bernstein llegó a la conclusión que el sistema escolar está fundamentado en la utilización del código elaborado, cuya utilización resulta mucho más difícil al niño proletario que al niño burgués o pequeño burgués. (P. 141)

Sin embargo, existe una fuerte correlación entre las clases sociales en las sociedades capitalistas y la frecuencia con que sus miembros usan uno u otro de los códigos, debido sobre todo a un contexto de significaciones más particularista e implícito (en el caso del proletariado) o más universal y explicito (en el caso de la burguesía o pequeña burguesía). En este sentido, el niño proletario tendería a la utilización continua de un código restringido que, en la práctica, rebajaría su habilidad lingüística potencial, le llevaría a respuestas más concretas y descriptivas e inhibiría su habilidad generalizadora a niveles superiores. (P. 141)

Aprender un lenguaje es una forma de aprender el mundo, la realidad social, sea que esta realidad esté configurada en parte por el lenguaje mismo, sea que realidad social y lenguaje vayan de la mano. Aprender un lenguaje es, así, aprender a enfrentar un mundo, es aprender a actuar en una determinada realidad y frente a los imperativos concretos que nos impone cada situación histórica. (P. 142)

El individuo se vuelve persona social en gran parte mediante el aprendizaje de un lenguaje. Cada lenguaje es portador de significaciones compartidas por una comunidad y quizá compartidas en forma distinta por cada grupo social. (P. 142)

La valoración de un comportamiento como bueno o como malo supone la confrontación de los intereses sociales con las necesidades individuales, la conveniencia del grupo con los deseos de la persona. La moral pretende regular los comportamientos a fin de hacer posible la satisfacción del individuo en una forma conveniente a los intereses de la colectividad. Esta congruencia entre el individuo y grupo, entre persona y colectividad constituye el problema recurrente a la vida social, al que la moral, las normas y criterios morales de cada grupo social, trata de dar respuesta concreta. La normatividad moral estipula como buenos aquellos comportamientos mediante los que se pretende lograr el equilibrio del bien individual y del colectivo, o aquellas circunstancias en que los comportamientos pueden alcanzar esa meta. (P. 143)

La socialización moral es, sin duda, el proceso socializador por excelencia, ya que las normas definidoras del bien y del mal y los hábitos correspondientes constituyen la materialización de un orden social. Mediante la adquisición de una moral, la persona hace propios los principales mecanismos de control social de un determinado sistema. (P. 144)

Es importante clarificar el concepto de control social. Talcott Parsons, concibe el control social en contraposición a las tendencias que apartan del orden de un determinado sistema y lo define como “aquellos procesos en el sistema social que tienden a contrapesar las tendencias desviadas”. Para Parsons, el control social está referido a un estado de equilibrio del sistema, lo que supone a nivel social el funcionamiento de las estructuras normativas (los valores y normas sociales) y a nivel individual la motivación hacia el conformismo social. Los mecanismos de control social actuarían, por tanto, en la regulación de los roles sociales y en la motivación de los individuos hacia el desempeño de esos roles requeridos por el sistema. (P. 144)

El presupuesto fundamental de esta concepción es la existencia de un orden social unitario, un equilibrio armonioso en el que el mismo sistema normativo de valores regula el comportamiento de todos los grupos y miembros de una sociedad. Así, la moral supondría la interiorización del control social a través del proceso de socialización, que integraría armoniosamente al individuo al orden del sistema dado. (P. 144)

Para Morris Janowitz, el control social constituye la capacidad de una determinada sociedad o grupo social para regularse a sí misma de acuerdo con sus propios principios y valores. Esta definición asume la unidad colectiva, aunque no necesariamente su “equilibrio” o armonía; por otro lado, concibe el control social en términos positivos, como una “capacidad”, lo que abre las puertas a una concepción más realista del control social, que puede incluir el conflicto social objetivo y el ejercicio del poder. En sociedades divididas en clases sociales, como lo son las sociedades latinoamericanas, estructuradas por un sistema capitalista, donde un grupo social ejerce su hegemonía a partir del poder que logra mediante la propiedad de los grandes medios de producción, la capacidad de regulación o control social no presupone una integración armoniosa de todos los grupos al todo social ni tampoco la motivación generalizada hacia el conformismo, sino que presupone un poder coercitivo, tanto a nivel de la colectividad como de los individuos concretos. (P. 146)

El control social, según Janowitz, persigue limitar lo más posible la coerción social, eliminar la miseria humana y maximizar el papel de la racionalidad, aunque la búsqueda de este objetivo presuponga la aceptación de una dosis de coerción en todo sistema legítimo de autoridad y la persistencia de desigualdades sociales. Lo opuesto al control social es pues el control coercitivo, es decir, aquel orden que se apoya predominantemente en el uso de la fuerza. El problema surge cuando el control social se basa en los intereses de un grupo dominante: la minimización de la coerción e incluso la minimización de la miseria pueden servir, en la práctica, para perpetuar el dominio de clase, como sucede en algunas de las llamadas sociedades industriales avanzadas (Estados Unidos o países europeos). (P. 146)

El control personal constituye el correlato psicológico del control social. Consiste el control personal en la capacidad de una persona para lograr sus objetivos, canalizando sus energías, satisfaciendo sus necesidades y minimizando los daños a sí mismo y a los demás. Desde el punto de vista del control social, lo importante es que la persona integre como parte de su control personal aquellos criterios y valores sociales que le llevarán a buscar en su vida objetivos socialmente deseables. De este modo, el control social supone que las personas interioricen los mecanismos que actualicen en ellas el funcionamiento regular de la sociedad. De ahí, la importancia del proceso de socialización moral, mediante el cual el individuo se desarrolla orientado por los principios y valores del sistema social imperante, convertidos en parte de sí mismo. (P. 146)

Como los criterios, principios y valores en una determinada organización social están basados primordialmente en los intereses de la clase social dominante en cada situación histórica, su internalización a través del proceso de socialización puede entrañar la génesis de contradicciones al interior de los grupos e individuos pertenecientes a las clases sociales dominadas. Es frecuente, así, ver cómo los valores y criterios de comportamientos perseguidos frecuentemente por campesinos y obreros en los países centroamericanos contribuyen a perpetuar su situación objetiva de opresión e incluso les llevan a la violencia asesina contra su propio grupo social. (P. 147)

Cuando en una determinada organización social el control social se debilita más allá de un determinado punto y el mantenimiento y regulación del orden se asienta en el ejercicio del poder coercitivo, empiezan a acelerarse dos procesos: (a) la desintegración del sistema, ya que grupos e individuos tienden a actuar en función de intereses distintos a los del grupo hasta entonces dominante, y (b) el afloramiento cada vez más fuerte del conflicto social, aumentando la interacción antagónica de los principales grupos sociales. Cuando esto sucede, la moral social muestra su verdadera naturaleza parcial y clasista, y es sustituida por las morales de grupo, conscientemente asumidas como tales. (P. 147)

La socialización moral consiste, pues, en la incorporación por parte de la persona de aquellos principios y valores que definen los fines y acciones de los miembros de una sociedad en cuanto buenos y malos y en el desarrollo de aquellas virtudes y hábitos personales coherentes con esos principios y valores. (P. 147)

SINTESIS:

Ignacio Martin Baró en el cuarto capítulo “Los procesos de socialización” de su libro “Acción e ideología: Psicología social desde Centroamérica”, comienza hablando de la socialización como el conjunto de procesos psicosociales por los que el individuo se desarrolla históricamente como persona y como miembro de una sociedad. Esta definición sostiene tres afirmaciones esenciales: La socialización constituye un proceso de desarrollo histórico; un proceso de desarrollo de la identidad personal; y, un proceso de desarrollo de la identidad social.

Peter Berger y Thomas Luckman han distinguido los procesos de socialización de dos maneras: A través de la socialización primaria, donde el individuo adquiere un mundo y desarrolla una identidad personal y la socialización secundaria, donde la persona pasa a formar parte de distintos submundos, institucionalizados o no, al interior de la sociedad.

No obstante, hay que aclarar que la adquisición de un mundo significa que el individuo pasa a formar parte de una realidad objetiva, material y social, y que asume una visión del mundo, haciendo suyos unos esquemas cognoscitivos y un marco valorativo de referencia.

Sin embargo, a través de la socialización primaria, los individuos adquieren una identidad personal, referida a un contexto objetivo concreto, a un mundo de relaciones sociales y a un universo de símbolos valores y normas. La identidad personal se afirma en las relaciones interpersonales y, aunque es relativamente estable, evoluciona históricamente. Así, la identidad es al mismo tiempo producto de la sociedad y de la propia acción personal.

Además, en la socialización primaria, el yo surge como producto de las relaciones sociales, al asumir el individuo la imagen que de sí le transmiten los demás que sirven de referencia y al reaccionar frente a ella en forma personal. La percepción de uno mismo influye decisivamente en este proceso, pero hay que distinguir entre el yo personal (realidad objetiva) y el concepto que se tiene de uno mismo (imagen subjetiva).

Todo lenguaje constituye una forma particular de ver la realidad. Al adquirirlo, las personas asumen también su perspectiva sobre la realidad. Edward Sapir, afirma que las formas de lenguaje predeterminan para las personas ciertos modos de observación y de interpretación.

Benjamin Lee Whorf mantiene que los niveles superiores del pensamiento humano están condicionados por el propio lenguaje. Esta es la forma en que las personas conocen su realidad, por ejemplo, los pueblos con lenguas distintas conocen y piensan en forma distinta.

Según Luria, el lenguaje es a la vez producto del desarrollo histórico y mediador del influjo social sobre la actividad mental de las personas. Hay, entonces, una doble conexión del lenguaje con la acción, de la que es fruto y causa.

Por último, Bernstein separa su tesis en cuatro puntos esenciales que son: Primero, la relación entre los contextos sociales y significaciones; segundo, los significados dependientes de un contexto sólo son accesibles a aquellas personas que comparten la comprensión de ese contexto; tercero, la vinculación entre significaciones y principios; y cuarto, el funcionamiento de códigos lingüísticos.

Este sociolingüista inglés, mantiene que existen dos tipos de códigos lingüísticos, restringido y elaborado, correspondientes a dos mundos distintos de significaciones, propios de contextos sociales diferentes. El código restringido remite a un mundo de significaciones dependientes del contexto, mientras que el elaborado remite a un mundo de significaciones independientes del contexto. El sistema escolar, por ejemplo, se fundamenta en el código elaborado, cuya utilización es mucho menos asequible al niño proletario que al niño burgués o pequeño burgués.

Finalmente, la socialización moral es el proceso socializador por excelencia, a través del cual el individuo alcanza las normas definidoras del bien y del mal en una sociedad y desarrolla los hábitos correspondientes. Con la socialización moral las personas hacen propio el control social requerido por el orden existente, lo que puede ser fuente de contradicciones interpersonales e intrapersonales.

OPINION PERSONAL:

El texto de Ignacio Martín Baró es muy interesante en la medida que abre un campo de posibilidades para responder la pregunta de indagación, debido a que sus estudios y sus investigaciones son muy completas en el área conceptual y discursiva; sus fuentes tomadas de otros autores, sirvieron bastante en la indagación de esta reseña, porque es clave para el lector la opinión de diversas fuentes y no de una sola.

La idea de este proyecto de indagación, va encaminado a proponer soluciones a las problemáticas sociales, mediante el uso de un lenguaje objetivo que no sólo sea tratado en lo particular de una clase social, sino que sea constituido para toda la sociedad, debido a que si se genera uno por cada clase social, las dificultades para entendernos y solucionar los conflictos o las desigualdades, va a ser difícil para todos. Aunque si trabajamos todos en conjunto para conseguir este propósito, muy seguramente podremos alcanzar el éxito.

Lo anterior, se puede encontrar viéndolo desde el punto de vista de la psicología de la liberación de Martín Baró, buscando una emancipación y el progreso para todos los individuos, especialmente para los oprimidos, trabajándolo desde las cabezas de los gobiernos y de las familias permitiendo que se abra paso desde el contexto actual a encontrar tanto el desarrollo de la identidad personal, como la identidad colectiva, es decir, una verdadera identidad nacional.

RESPUESTA A LA PREGUNTA:

Mediante la socialización los seres humanos se van constituyendo como individuos, se desarrollan históricamente formando parte de una sociedad, en la cual van creando su propia identidad personal, es decir, su ser personal.

Asimismo, la identidad personal se va desarrollando a partir del Yo de cada individuo, esto se ve reflejado en las acciones, pensar y sentir. Si se tiene en cuenta, la plenitud de capacidades de cada persona, hace que sientan “más ellas mismas”; lo que sucede en la relación de poder (opresor-oprimido), es que la alienación de los oprimidos es expresada como una pérdida de la propia identidad, una salida del propio yo.

Cuando hablamos de los códigos, según Bernstein, nos referimos que la forma de la relación social, en este caso la de clase social, actúa selectivamente sobre el tipo de código empleado, que regula la naturaleza de la interacción. Así, las consecuencias de la forma de relación social en que vive la persona son transmitidas y sostenidas a nivel psicológico por los códigos.

Un ejemplo claro, es el problema que originalmente se planteó Bernstein que consistía en averiguar las razones que llevaban a los niños y jóvenes provenientes de la clase social trabajadora a fracasar en el medio escolar en un porcentaje significativamente mayor que los niños provenientes de la clase burguesa o de los sectores medios. Bernstein llegó a la conclusión que el sistema escolar está fundamentado en la utilización del código elaborado, cuya utilización resulta mucho más difícil al niño proletario que al niño burgués o pequeño burgués.

Sin embargo, existe una fuerte correlación entre las clases sociales en las sociedades capitalistas y la frecuencia con que sus miembros usan uno u otro de los códigos, debido sobre todo a un contexto de significaciones más particularista e implícito (en el caso del proletariado) o más universal y explicito (en el caso de la burguesía o pequeña burguesía). En este sentido, el niño proletario tendería a la utilización continua de un código restringido que, en la práctica, rebajaría su habilidad lingüística potencial, le llevaría a respuestas más concretas y descriptivas e inhibiría su habilidad generalizadora a niveles superiores.

Al aplicar esta realidad al caso de Colombia, las personas de escasos recursos manejan códigos lingüísticos, a veces restringidos e implícitos que los que tienen el poder, ya que estos últimos los manejan a un nivel avanzado y elaborado, lo que hace que estos manejen mejor las habilidades lingüísticas y se desempeñen en la sociedad de manera exitosa; lo que hace que las personas de clases menos favorecidas no puedan participar de la vida estudiantil y laboral activamente, por tanto, hace que estas personas marquen sus diferencias con las otras clases sociales, situación que afecta el proceso de socialización de entre las diversas clases s
ociales.

Reseña 03: Realidad psicosocial de las clases sociales

REFERENCIA BIBLIOGRAFICA:

Nombre del libro: Acción e ideología: Psicología social desde Centroamérica, Capítulo 3.
Número de páginas que fueron leídas para hacer esta reseña: 32.
Autor: Ignacio Martín Baró.
Editorial: UCA.
Fecha de edición: 1990.
País que lo publica: El Salvador


TESIS QUE DESARROLLA EL AUTOR:

Ignacio Martín Baró, plantea que la existencia de las clases sociales influye en el psiquismo y la realidad de las personas como una variable individual, situacional y estructural, que se manifiesta en el ser y quehacer de cada individuo, que de manera consciente condiciona las relaciones humanas dentro de un enfoque dialéctico y una realidad histórica.

INDAGACION DOCUMENTAL:

Para los sociólogos de orientación marxista, la clase social constituye la unidad de análisis fundamental en la comprensión de los fenómenos y procesos sociales. Sin embargo, lo que a nivel de los macroprocesos históricos aparece con bastante realidad queda oscurecido cuando no diluido en el análisis de los microprocesos, hasta el punto que aquellos elementos que en principio serian mediaciones y concreciones históricas de las clases sociales (instituciones, grupos ocupacionales, etc.) parecen adquirir entidad propia y aun hacer innecesaria la referencia a la dimensión estructural de clase. (P. 78)

El problema puede plantearse de la siguiente manera: ¿tienen las clases sociales alguna entidad psicológica? ¿Cabe esperar que el hecho de pertenecer a una u otra clase social sea determinante de la forma concreta en que se presentan las acciones, modos de pensar y sentir de las personas? La pregunta no sólo se plantea a nivel global, es decir, en la comparación entre grupos, sino incluso al nivel del individuo en quien la psicología suele centrar su perspectiva. (P. 78)

Aunque Marx nunca trató definitivamente el problema teórico de las clases sociales, sí dejó apuntados suficientes elementos en su obra como para precisar su definición. Posiblemente la fuente más rica para conocer el pensamiento de Marx a este respecto sea El 18 Brumario de Luis Napoleón (1852-1959), donde aplica a una situación concreta el instrumental analítico de las clases sociales. (P. 78)

Al examinar al sector de los campesinos poseedores de una pequeña parcela (minifundistas), Marx afirma que, a pesar que estas personas se encuentran en condiciones similares, no constituyen una clase social ya que no están vinculadas en una comunidad de intereses ni menos aún en algún tipo de organización que defienda y canalice esos intereses. (P. 78)

Una clase social se forma por una estructura de relaciones determinada por el sistema de producción imperante que aflora en formas de vida, intereses y esquemas culturales comunes. Es importante subrayar, que aun cuando para Marx la determinación de las clases sociales depende del sistema de producción de una sociedad, esta determinación no constituye un proceso mecánico. Objetividad no es lo mismo que mecanicismo: el determinismo económico ni es automático ni es unidimensional, sino que se da en un proceso histórico en el que se manifiesta la peculiaridad de cada situación concreta. (P. 79)

Tres son en última instancia, los elementos característicos de una clase social, según Marx:

1) El papel fundamental de los modos de producción existentes en cada sociedad: es el sistema de producción el que divide a las personas en grupos con intereses opuestos, determinando las relaciones más importantes entre ellos así como sus modos de vida característicos. (P. 79)

2) Las clases sociales sólo existen en cuanto enfrentadas unas a otras, es decir, en cuanto se da una lucha de clases; si hay clases o grupos contrapuestos entre sí es porque hay factores que dividen y oponen a la población en grupos; es el enfrentamiento histórico de intereses grupales el que define en cada formación social concreta lo que son las clases en esa sociedad, su particularidad y su peculiaridad. (P. 80)

3) La realidad de la clase social así como la pertenencia de un individuo a ella son hechos objetivos, que no dependen en principio de la conciencia ni de la voluntad subjetiva de las personas. (P. 80)

Una importante consecuencia de esta concepción es que las clases sociales pueden existir en una sociedad aunque su existencia no sea consciente a los individuos ni se pueda inferir inmediatamente de la actividad de la persona en cuanto sujeto individual. La realidad de la clase social como tal sólo empieza a aparecer a nivel colectivo, en el todo comunitario y no en la parte del individuo. (P. 80)

Los autores suelen distinguir entre pertenencia de una persona a una clase social y conciencia social de clase de esa persona. Todo individuo se inserta de determinada manera en el modo de producción dominante en una sociedad y así ocupa un lugar en ella, una posición que es, objetivamente, una posición de clase. Cada persona pertenece así, por el hecho de ser parte de la sociedad, a una clase social. Pero esa pertenencia objetiva no significa por lo mismo que su actividad sea consecuentemente con los intereses sociales de la clase a la que pertenece. De hecho, la práctica de las clases dominadas puede y suele estar regida por las pautas, normas y valores que operativizan en una ideología los intereses de las clases dominantes. Sólo se habla de de práctica de clase cuando la praxis o actividad intencional de una persona expresa, concretiza y promueve los intereses de la clase social a la que objetivamente pertenece. (P. 81)

La práctica de clase es parte y consecuencia de la conciencia de clase. Se habla de conciencia de clase sólo cuando el saber y hacer consciente ponen de manifiesto la realidad e intereses de la propia clase social. Puede darse el caso que una clase social exista en realidad como tal (clase en sí) sin que sus miembros tengan conciencia de lo que son, por qué los son y cuáles son los determinismos e intereses que están a la raíz de su ser social. Sólo cuando una clase tiene esa conciencia y trata de operativizarla organizándose y actuando de acuerdo a sus intereses objetivos se habla de una clase para sí, una clase social que es sujeto de su propia historia. La conciencia de clase son aquellos conocimientos, afectos y acciones que expresan los intereses de esa clase social a la que objetivamente pertenece. (P. 81)

El efecto de las clases sociales en el psiquismo humano puede concebirse por lo menos de tres maneras diferentes:

1) La clase social puede influir como un elemento individual más, una variable que diferencia a los individuos en manera semejante a como los diferencia el sexo, la raza o el idioma. (P. 81)

2) El efecto de la clase social puede concebirse circunstancialmente, es decir, como si la clase social fuera una variable más del medio en el que el individuo tiene que moverse y actuar, semejante al influjo del campo o la ciudad, el hogar o la escuela, el barrio o la fábrica. (P. 82)

3) La clase social puede concebirse como una variable estructural, un factor que condiciona todas las demás variables (personales y ambientales), determinando el sentido y las relaciones entre todas ellas en cada situación concreta. (P. 82)

Una de las formas más comunes como se suele considerar la clase social en el análisis psicosocial es como un factor propio de los individuos, es decir, como una variable que diferencia a los individuos entre sí. (P. 82)

Es un hecho que la conciencia de pertenecer a uno u otro grupo afecta lo que las personas son y hacen. Cabe pensar que la pertenencia a una determinada clase social influya conscientemente en el actuar de grupos y personas. La clase social influiría así psíquicamente en la medida en que las personas conozcan que hay distintas clases sociales, sepan que ellas pertenecen a una u otra clase social, y esta conciencia condicione su comportamiento. (P. 82)

Una forma de analizar el influjo de la clase social en las personas como saber consciente consiste en preguntarles directamente a qué clase social creen pertenecer. (P. 83)

Cuando el influjo de la clase social pretende encontrarse en el saber consciente de las personas, la realidad objetiva de la clase social pierde sus contornos: sin duda las personas suelen considerar que existen diferencias de clases en el sentido de diversos estratos o grupos diferenciados en la jerarquía social, pero esta diferenciación no constituye ni mucho menos una conciencia de clase en el sentido estricto del término ni coincide frecuentemente con los estratos que se pueden distinguir en base a datos sociales objetivos (los llamados indicadores sociales). (P. 84)

Más aún, muchas personas no conceden importancia consciente alguna a la existencia de esas diferencias jerárquicas, que no sienten que tengan un influjo en lo que son o en lo que hacen. Puede que el saber consciente sobre las clases sociales sea importante en aquellos que lo poseen y, en este sentido, no haya que menospreciar este dato; pero ¿se puede afirmar que las clases sociales no influyen en el pensar, sentir y hacer de quienes no son conscientes de su existencia o no creen pertenecer a alguna de ellas? La respuesta es no. (P. 85)

La clase social sólo existe y opera psicológicamente en las personas en la medida en que son conscientes que existen clases y que son miembros de alguna de ellas. La diferencia objetiva entre las clases sociales sólo actuaria entonces al convertirse en diferencias asumidas conscientemente por las personas. El supuesto es que las clases sociales sólo influirían en las personas en la medida en que existiera conciencia de clase en sentido estricto. (P. 85)

Otra forma de concebir el influjo de la clase social como una variable individual consiste en asumir que la clase social llega a constituirse en un rasgo o característica propia de la persona. Esta característica social de los individuos se manifestaría en diferentes aspectos de su estilo de vida, como su ocupación, su vestuario, su entretenimiento preferido o su lenguaje habitual. La forma principal como se examina empíricamente el influjo de la clase social en cuanto estilo de vida es tomando como indicador la ocupación de las personas, incluso entre países con regímenes sociales diferentes, aunque esa jerarquía vaya cambiando con el tiempo. (P. 85)

La correspondencia entre ocupación y clase social es sólo tendencial o probabilística, de tal modo que personas y grupos con diferente origen de clase pueden tener una misma ocupación laboral y un mismo estilo de vida. Este tipo de análisis sobre el impacto de la clase social pasa por alto el sentido estructural de ocupaciones similares en sistemas sociales diferentes y, sobre todo, tiende a confundir el concepto de clase social con el concepto de estratificación. Una clase social no es lo mismo que un estrato y menos todavía que un estrato ocupacional. Si se pretende equiparar ocupación más prestigiosa con “clase alta” u ocupación menos prestigiosa con “clase baja” se incurre en una seria confusión a partir de la conciencia subjetiva (y, en cuanto tal, ideologizada) entre grupos estructurales y grupos funcionales y, por tanto, entre la ubicación a nivel estructural de una persona (su enraizamiento de clase) y su posición a nivel funcional (su tarea o tareas al interior del sistema). (P. 86)

Esta aclaración no descarta las posibles relaciones entre ocupación y clase social. De hecho, los grupos funcionales se asientan sobre los grupos estructurales propios de cada sociedad, por los que se encuentran condicionados. Así, se puede esperar que en una sociedad tan fuertemente escindida como la de El Salvador los polos de la escala ocupacional correspondan claramente a las dos principales clases contrapuestas generadas por el sistema de producción dominante. En otros términos, es claro que no va a haber miembros de la burguesía salvadoreña ocupados como obreros, colonos o cuidadores de carros, y no resulta aventurado afirmar que quienes de hecho desempeñan ese tipo de labores pertenecen a la clase proletaria o a algún sector de las clases dominadas. (P. 86)

Una manera distinta de concebir el influjo de la clase social en el psiquismo de las personas consiste en situar este influjo en las circunstancias del medio en que se encuentran las personas y grupos. A diferencia del enfoque que examina la clase social como una variable individual, la metodología utilizada desde esta perspectiva es más “objetiva”: se trata de recoger datos verificables de la situación en que se encuentran las personas. Estos datos pueden ser tanto las características objetivas de cada situación, la disponibilidad de dinero o de objetos, la organización del medio ambiente, como las acciones material o socialmente posibilitadas en esta situación. (P. 87)

A pesar de su intrínseca alergia al análisis de carácter social el conductismo ofrece bases para un enfoque situacional sobre el influjo de las clases sociales. Es conocido el ensayo utópico de Skinner (1976) sobre el diseño de una sociedad que sería idealmente feliz al controlar en forma planificada las contingencias ambientales que determinan el comportamiento de los individuos. Cabe pensar, entonces, que las clases sociales podrían estar influyendo en el ser y quehacer de las personas mediante una determinación de las contingencias que controlan los comportamientos socialmente significativos. Esta idea es desarrollada en parte por James G. Holland (1975-1978). Según Holland, en un sistema estratificado como el de la sociedad capitalista, el sector dominante, que es una pequeña minoría, impone sus intereses condicionados a los sectores oprimidos por los medios más diversos que actúan como refuerzo (positivos o aversivos) en cualquier situación de la vida real. Las contingencias sociales determinan los comportamientos que van a ser posibilitados y estimulados en cada situación real, y esas contingencias son definidas por quienes tienen el poder social. (P. 87)

Otra posible forma de examinar el influjo de la clase social como una variable situacional la ofrece la psicología ecológica. Roger Barker (1968) ha acuñado el concepto de “escenario comportamental” para describir la organización espacio-temporal de una serie de objetos vinculada a unas determinadas reglas y que reclama un determinado tipo de comportamiento de las personas. (P. 87)

Las reglas de un escenario comportamental no dependen de las personas y no siguen los principios que gobiernan la conducta individual. Aplicando esta concepción podría postularse que las clases sociales determinan un conjunto de escenarios comportamentales y a través de ellos regulan el comportamiento de sus miembros. El influjo fundamental vendría así a partir de los datos objetivos que configuran una situación y reclaman una determinada forma de actuar. En esta línea ecológica, Urie Bronfenbrenner (1979a, 1979b) ha puesto de manifiesto recientemente la importancia de un enfoque ecológico del desarrollo humano, en el sentido de lo que los diversos contextos en que se encuentra la persona le permiten, potencian y exigen. (P. 88)

Para presentar la situación social de las personas, se suelen utilizar los llamados indicadores sociales: ingreso per cápita, escolaridad, salud (acceso a los servicios médicos), vivienda, etc. Estos indicadores muestran una clara estratificación de la población en todos los estudios conocidos. Sin embargo, un gran número de países ha socializado en mayor o menor grado servicios como la educación o la salud y, en general, el rango discriminador de estos índices es mucho menor en los países socialistas que en los países con sistema capitalista. (P. 88)

En el Salvador, cualquiera de los indicadores sociales comúnmente usados refleja una patética distribución de los bienes sociales, con una minoría de la población disfrutando niveles materiales de vida equivalentes a los de un país como Estados Unidos, y la gran mayoría careciendo de los bienes esenciales para la supervivencia. Desde entonces, y a causa de la prolongada guerra civil que vive el país, la situación se ha agravado. La existencia de estratos socioeconómicamente diferenciados, estando el abismo mayor entre el 76.6 % de la población que dispone de 85 o menos colones por persona al mes (34 dólares), y el 5.81 que dispone de 195 colones o más (78 dólares). (P. 88)

Es evidente que la disparidad en la distribución de los bienes de una sociedad afecta las oportunidades de desarrollo y acción que se abren a los miembros de los diversos grupos. En este sentido, no cabe duda que si la clase social queda bien reflejada por la distribución de bienes sociales ha de afectar lo que sus miembros son y hacen. Se trata no sólo de las posibilidades subjetivas, sino primero y fundamentalmente de posibilidades objetivas de acción. El niño obrero o campesino que tiene un serio grado de desnutrición (situación en la que se encuentra el 75 % de los niños de El Salvador) se encuentra ya seriamente limitado en cuanto a sus posibilidades objetivas de tener éxito escolar, sin contar adicionalmente con la accesibilidad y calidad de los servicios escolares que dispone así como las exigencias de su hogar que contribuya desde temprano al mantenimiento de la familia. (P. 88)

Las condiciones objetivas de la existencia suelen condicionar también el marco social del quehacer de los individuos, en el sentido que las personas tienden a interactuar con personas de su misma condición social. En general, los estudios empíricos ponen de manifiesto que las personas establecen sus relaciones familiares y sus amistades en el círculo relativamente estrecho de quienes pertenecen a su mismo status. (P. 89)

A pesar que el análisis del influjo de la clase social en el psiquismo de las personas como una variable situacional ofrece resultados interesantes, en conjunto constituye un enfoque insatisfactorio. Teóricamente, abstrae a la persona de la clase social, como si una y otra pudiera ser concebidas independientemente. Segundo Montes ha señalado cómo en El Salvador los sectores medios tienden a adquirir una educación escolar más elevada que la de los sectores de la oligarquía y la alta burguesía, lo que les permite buscar por medio de la ocupación laboral un status (status logrado) que la “clase alta” recibe como herencia familiar (status asignado). Así, pues, los indicadores sociales pueden poner de manifiesto la estratificación ocupacional más que la división de clases, lo que resulta particularmente confuso referido a los “sectores medios”.

(P. 91)

Por otro lado, el enfoque situacional-ecológico tiende a quedarse en la formalidad de la interacción social, con el peligro de dejar de lado el producto de las acciones sociales. Habría que distinguir relaciones funcionales y relaciones estructurales de modo similar a como se ha distinguido entre grupos funcionales y grupos estructurales. La diferencia esencial no depende tanto con quién se relaciona uno, cuanto en el sentido y en el producto de la interacción. Una señora puede relacionarse intensamente con su sirvienta, pero esa interacción no niega, sino que afirma y confirma la diferencia estructural existente. Lo mismo se diga de una buena cantidad de relaciones cotidianas, como la del jefe con su secretaria (relación que puede incluso convertirse en amistad y hasta en amorío), la del terrateniente con su capataz o la del dirigente político con su chofer. (P. 92)

Lo que se busca con los indicadores y con la estructura de interacciones son los bordes o limites de las clases, la frontera que separa las relaciones entre miembros de una misma clase y las interacciones entre miembros de distintas clases, como si las clases fuesen totalidades fijas, perfectamente definidas, y no realidades históricas que se constituyen dialécticamente en su confrontación. (P. 92)

Una última forma de concebir el influjo de la clase social en el psiquismo de las personas es conceptualizándola como una variable estructural. El supuesto, entonces, es que la clase social es un aspecto o elemento que influye a la totalidad de la realidad humana y, por consiguiente, que determina el sentido del quehacer de las personas. En términos más simples, la clase social afectaría al individuo en su personalidad y en su medio, en su circunstancia y en la estructura de sus relaciones sociales. Cada clase social es vista así como un “mundo” de fuerzas y de significaciones peculiares, lo que no quita para que puedan existir elementos comunes a diversos “mundos”. (P. 92)

El método para estudiar el influjo de la clase social sobre el psiquismo como variable estructural debe ser el histórico, que requiere el conocimiento tanto de los elementos objetivos de la situación como de los elementos subjetivos de la percepción y vivencia de las personas a fin de lograr el sentido de la totalidad. (P. 92)

Uno de los planteamientos más tradicionales para examinar el influjo de las estructuras sociales en el psiquismo de las personas es el enfoque de “la cultura y la personalidad”. La idea fundamental consiste en que la sociedad constituye un molde común donde se forjan sus miembros y, por consiguiente, los miembros de cada sociedad llevan un sello característico, tienen un “carácter nacional”, distinto al de cualquier otra sociedad. (P. 93)

Países como los latinoamericanos ven perpetuarse generación tras generación de regímenes opresivos, que prolongan un orden social en el que el comportamiento “medio” exigido a la mayoría para su adaptación no logra dar respuesta a sus necesidades más fundamentales. Las personas a veces se resignan a esta situación y a veces se rebelan. Pero el poder social se encarga de mantener la rebeldía a raya y prolongar históricamente situaciones de grave opresión. Ciertamente, la sociedad hace grave violencia al individuo y no por ello desaparece. Con razón entonces señala Séve que “admitir la noción de personalidad básica es aceptar que se conciba la sociedad como simple medio, como ambiente portador de pautas culturales generales, a las que el individuo, así definido en forma previa y por lo tanto naturalizado, se opone desde afuera”.

(P. 95)

Si se toma este enfoque como la manera de examinar el influjo de las clases sociales en el psiquismo de las personas, ciertamente se está asumiendo un modelo estructural ya que se acepta que lo social configura la matriz o base que va a influir al todo de la personalidad humana y su quehacer concreto. Sin embargo, el hecho mismo de hablar de comportamiento “medio”, propio de una sociedad, que se plantearía como exigencia moral al individuo, denota un supuesto básico de este enfoque. Si se presume la existencia de un comportamiento medio es porque se asume que hay una misma normatividad, común a toda una sociedad. Se prescinde así de los diversos grupos o sectores que constituyen la sociedad e incluso de los influjos exógenos. El supuesto es el de una sociedad unitaria y homogénea y, en ese sentido, un todo estático y “cerrado”, previo a la realidad de los individuos. Esta es la razón que este planteamiento no hable del influjo de una clase ni de un grupo, sino del influjo de una “cultura”. La imagen ofrecida de una sociedad “sobreintegrada” a la que corresponde un individuo “sobresocializado”. (P. 95)

La forma más satisfactoria de examinar el influjo de las clases sociales en el psiquismo humano como variable estructural consiste en aplicar el enfoque dialectico. (P. 98)

La esencia humana no se encuentra, por consiguiente, en la individualidad heredada genéticamente, sino que se encuentra en las relaciones que configuran al individuo como persona humana. De este modo, aunque la realidad psicológica sólo adquiere concreción en los individuos, su origen está en la estructura social. Al definir el tipo de relaciones sociales que se producen en cada caso, la clase social define también las posibilidades concretas de humanización y las formas concretas que pueden adquirir las personas en un determinado contexto social. Ahora bien, las relaciones sociales no denotan simplemente la existencia de clases, sino que expresan la forma concreta que la dialéctica de clases presenta en cada sociedad (los diversos modos y formas de producción que ofrece cada formación social concreta) y aun las diversas vicisitudes y coyunturas de los procesos sociales. (P. 98)

En lo que respecta al origen de cada persona, la determinación clasista tiene lugar primordialmente a través del proceso de socialización. El proceso de socialización en cuanto influjo moldeador de las estructuras sociales de clase en la personalidad humana, abarca tres aspectos:

1) La determinación objetiva del contexto de la persona: El individuo es ubicado en la sociedad, en un grupo social, en una situación concreta, con unas posibilidades materiales y sociales bien definidas. (P. 100)

2) La formación histórica de las necesidades personales según la actividad propiciada, estimulada y exigida por las relaciones sociales, necesidades que se expresan en un determinado estilo de vida. (P. 100)

3) La transmisión de un marco de referencia ideológico de normas y valores asumidos psicológicamente como actitudes ante las diversas realidades. Este marco ideológico sirve de justificación a las necesidades personales y a los intereses de la propia clase que en ellas encuentran asiento. (P. 100)

El análisis empírico del comportamiento de los miembros de una determinada clase social lleva a la comprobación de formas generalizadas y características. Así, por ejemplo, es muy posible que un análisis sobre el comportamiento psicosexual del obrero salvadoreño llegue a la verificación que en él se dan ciertos rasgos comportamentales machistas más notorios que en los miembros de los sectores burgueses o pequeños burgueses. Aunque fuera cierto que el machismo caracteriza al obrero salvadoreño actualmente, lo único que eso significaría es que el comportamiento machista es propio de su actual psicología de clase, pero no que el machismo sea producido por las exigencias de sus intereses de clase. (P. 100)

La psicología de clase consiste en aquellas formas de pensar, sentir, querer y actuar propias de los individuos que pertenecen a las diversas clases sociales históricas. La psicología de clase es producto histórico constituido por formas empíricas que dependen de la situación en que se encuentra una clase en un determinado momento y que, por tanto, puede manifestar o no, según los casos, los intereses de esa clase social. (P. 101)

Que la psicología de una clase exprese realmente sus intereses depende en gran medida de la conciencia de clase de sus miembros. Aquí es donde las metodologías subjetivas pueden resultar engañosas porque la conciencia de un individuo perteneciente a cualquier clase social no es por lo mismo conciencia de esa clase, aun cuando el individuo expresamente la refiere a ella. La conciencia individual es primero y ante todo una conciencia psicológica hecha posible en un individuo de una clase social a partir de los condicionamientos de esa clase en una determinada formación social. (P. 101)

Que el obrero capitalino actúe en forma machista no quiere decir que el machismo exprese los intereses del proletariado salvadoreño, pero sí que el machismo es parte de la psicología del proletario urbano salvadoreño en una formación social donde el capitalismo más explotador se mezcla a formad de dominación social cuasifeudales. (P. 102)

La relación entre pertenencia objetiva a una clase y psicología de clase puede mostrar una importante dimensión social en la existencia de las personas: su grado de autenticidad o su grado de alienación. En la medida en que la ideología mantenida por una persona exprese una distancia entre sus rasgos psicológicos y su pertenencia a una clase social, entre sus necesidades y los intereses objetivos de esa clase, de los que es estructuralmente inconsciente, en esa misma medida se está determinando su grado de alienación social. (P. 102)

Para Marx, la alienación es el estado que el capitalismo produce en el ser humano al despojarle del producto de su trabajo, reificar sus relaciones interpersonales y ocultar las raíces de su realidad histórica, desintegrando así su esencia humana. (P. 103)

La psicología de clase, que es precisamente el dato inmediato que el psicólogo encuentra al examinar a las personas, puede expresar precisamente la alienación tal como la define Touraine: Las clases dominadas asumen como propios los intereses y valores de la clase dominante, sin que ello se traduzca necesariamente en una conciencia subjetiva de impotencia o de insignificancia. Más aún, la alienación tal como la presenta Touraine supone la aceptación de los valores dominantes. (P. 103)

Es importante señalar que cada grupo y las personas que lo forman tienen un máximo de conciencia posible respecto a la realidad y a los procesos sociales. Ningún grupo puede lograr una conciencia mayor sobre los procesos sociales y sobre sus propias raíces que aquella que le permite su particular perspectiva social, sus particulares condicionamientos históricos y, sobre todo, aquella conciencia que es compatible con su propia subsistencia como grupo. (P. 106).

Hay momentos en que la conciencia social sólo puede progresar mediante alguna forma de cambio social, lo que supone algún tipo de transformación del propio grupo. En este sentido, una crisis social abre una brecha en la estructura ideológica dominante por donde puede avanzar la conciencia de clase de los grupos oprimidos. En esos momentos, la psicología de clase y conciencia de clase tienden a confluir. (P. 106)

Paulo Freire (1970), hace una tipología de clases en la relación del opresor y el oprimido, por eso, conviene tener presentes tres observaciones:

1) El análisis de Freire utiliza el método dialectico: Así como las clases sociales sólo existen en su contraposición, en su lucha histórica, el opresor y el oprimido sólo existen en su mutua referencia, en su confrontación concreta. Opresor y oprimido se generan mutuamente en su negación respectiva, aunque sea el opresor quien instaura históricamente la situación de opresión. (P. 108)

2) La tipología de Freire es una tipología de clases sociales. Es, ante todo, una tipología ya que presenta dos “tipos ideales”, como caracterizaciones puras de maneras de ser y de actuar que se dan en la realidad concreta. Sería un error absolutizar psicológicamente esta tipología, como si el tipo del opresor y del oprimido fueran reales fuera de la historia y de las relaciones sociales concretas que engendran opresores y oprimidos en las sociedades latinoamericanas.

(P. 109)

3) En la situación actual de los países latinoamericanos, hay una cierta superposición de modos de producción, lo que origina, a nivel de formación social, la existencia de diversas clases sociales. En otras palabras, no cabe esperar que en los países latinoamericanos se pueda encontrar una forma social “pura”, una perfecta dualidad de clases (burguesía y proletariado), como si existiese un único modo de producción. (P. 109)

El mismo Freire ha propuesto la concientización como una forma de propiciar la desalienación de las personas y el cambio social. La experiencia histórica ha mostrado que la concientización podía despertar en el oprimido una conciencia de su dignidad y de sus derechos históricos sin facilitarle, al mismo tiempo, las formas prácticas de su liberación. Freire fue progresivamente comprendiendo que la liberación histórica de la opresión exigía formas de organización y praxis política capaces de cambiar las estructuras básicas de la organización social explotadora. El proceso de concientización supone el paso de la alienación a la identidad social, es decir, el paso de una conciencia presentista, cuyo único horizonte es la satisfacción individual de las necesidades inmediatas, a una conciencia de clase, orientada a la formación y satisfacción de necesidades sociales que respondan a los intereses de toda la comunidad social (lo que sólo es posible orientándose por los intereses fundamentales de los oprimidos, de los “condenados en la tierra”). Y este paso exige no un simple cambio de valores o aspiraciones, sino primero y fundamentalmente una actividad organizada, grupal, que haga posible las necesarias transformaciones de las estructuras sociales objetivas. (P. 109)

SINTESIS:


Ignacio Martin Baró en el tercer capítulo “Realidad psicosocial de las clases sociales” de su libro “Acción e ideología: Psicología social desde Centroamérica”, comienza hablando de los sociólogos de orientación marxista; para ellos, la clase social es la unidad de análisis fundamental que sirve para comprender los fenómenos y procesos sociales.

Sin embargo, toma como referente a Marx, quién afirma que la clase social se forma de la estructura de relaciones por el sistema de producción dominante que surge en formas de vida, intereses y esquemas culturales comunes. Para esto, define tres elementos esenciales, que son: El papel fundamental de los modos de producción existentes en cada sociedad; la lucha de clases; y la existencia objetiva, independientemente de la conciencia sobre su realidad.

Hace referencia a la práctica de clase que está ligada a la conciencia de clase (conocimientos, afectos y acciones), esto se hace visible cuando los actos de las personas expresan y promueven especialmente los intereses de la propia clase social a la que pertenecen.

Es importante destacar que las clases sociales tienen diferentes efectos en el psiquismo humano que pueden concebirse de tres formas:

Primero, como una variable individual, que consiste en asumir que la clase social llega a constituirse en un rasgo o característica propia de la persona, como un estilo de vida (ocupaciones, vestuario, entretenimiento preferido, lenguaje habitual, etc). Aunque suele darse una correlación positiva entre clase social y tipos de ocupación, se trata de una correspondencia probabilística que puede confundir los niveles de estratificación con la división de clases.

Segundo, como una variable situacional, descrita mediante los indicadores sociales más significativos (ingreso per cápita, escolaridad, salud, vivienda, etc.). Este influjo se da a través de las condiciones objetivas de la existencia de las personas que puede ser desde la existencia material como social.

Tercero, como una variable estructural que condiciona la totalidad de las relaciones humanas, a través del ser y quehacer de cada individuo. Para esto, es necesario el método histórico y el enfoque de la cultura y la personalidad que sirven para estudiar el influjo sobre el psiquismo humano.

No obstante la forma más satisfactoria de examinar el influjo de las clases en el psiquismo humano como variable estructural consiste en aplicar el enfoque dialectico, ya que desde esta perspectiva se examina la configuración histórica de las personas en el contexto de la lucha de clases en cada circunstancia histórica, lo que supone la determinación de unas condiciones objetivas, la formación histórica de un estilo de vida y la transmisión de un marco de referencia.

De ahí, que el origen de cada persona y la determinación en cada clase social, se de a partir del proceso de socialización, en cuanto las estructuras sociales tengan un influjo moldeador en la personalidad humana. La socialización abarca tres aspectos esenciales que son: La determinación y la posición objetiva del individuo en un contexto determinado; la formación histórica de las necesidades personales expresada en el estilo de vida; y la transmisión de un marco de referencia ideológico, es decir, las normas y valores que son asumidos psicológicamente como las actitudes ante las diversas realidades.

Por esta razón, la psicología de clase describe los rasgos característicos del pensar, sentir y actuar propios de los miembros de una clase social en una situación concreta, pero puede expresar los intereses no de esa clase sino de la clase social dominante, lo que constituye un estado de alienación social. Sólo la conciencia de clase, que es a la vez un saber práctico y reflejo, expresa y operativiza los intereses propios de cada clase social.

Finalmente, con la tipología de clase formulada por Freire, se muestra una clara relación opresor – oprimido que presenta dos tipos de ideales existenciales producidos por el orden social existente en la mayoría de países latinoamericanos, y denotan los tipos de persona que tiende a generar el modo de producción capitalista. Para esto ha propuesto la concientización como una forma de propiciar la desalienación de las personas y el cambio social.

OPINION PERSONAL:

El texto de Ignacio Martín Baró es muy interesante en la medida que abre un campo de posibilidades para responder la pregunta de indagación, teniendo en cuenta que la realidad social, económica y política vivida en el Salvador, reflejada en una diferenciación marcada entre las clases sociales, se puede aplicar al caso de Colombia.

Lo anterior, será analizado desde los lentes de la psicología, enfocándonos principalmente en las problemáticas sociales generadas por la diferenciación de las clases sociales, en el estilo de vida que llevan las personas de cada clase, las relaciones generadas a partir de ellas y la forma de pensar de las propias clases sociales en sí y las ideologías que se forman a partir de ellas, una vez que se refleje la existencia de un poder social enmarcado en las relaciones de los opresores y oprimidos.

Un ejemplo claro de esta diferenciación en Colombia son las personas de escasos recursos (damnificados, desplazados, campesinos, etc.) o en otras palabras “los oprimidos”, los que producen para generar bienes en la sociedad, pero así mismo para satisfacer los deseos de los que tienen el poder económico “los dominantes”, los que tienen todo tipo posibilidades para desarrollarse como individuos.

La idea de este proyecto va encaminada a proponer soluciones a las problemáticas sociales, mediante la búsqueda de caminos viables tendientes a mejorar el nivel de vida de las personas de escasos recursos logrando la colaboración de toda la sociedad, especialmente de los gobernantes y las personas más influyentes y con poder económico, para que se discutan las ideas más aconsejables y brinden la ayuda necesaria en beneficio de todas las clases sociales.

RESPUESTA A LA PREGUNTA:

A lo largo del tiempo, de generación en generación dentro de los países Latinoamericanos se han generado regímenes opresivos que han prolongado un orden social y han exigido a la mayoría de las personas su adaptación dentro de una sociedad. Aparecen los opresores, los que tienen el poder y someten a los demás de acuerdo a sus intereses y no al beneficio de todos.

De acuerdo a lo anterior, las personas se sitúan en lugares donde se consideren estables y conformes y se pueda generar un proceso de socialización, es decir, donde existan posibilidades tanto materiales como sociales para la supervivencia; por esta razón, las personas a veces se resignan o se rebelan por estas exigencias y lo que hace el poder social es que se encarga de mantener la rebeldía a raya y prolongar históricamente situaciones de grave opresión. Esto ocasiona tanto una división como una lucha de clases, y por consiguiente, un deterioro en el proceso de socialización.

Para el caso de Colombia la división de clases sociales tiene varias implicaciones especialmente en las personas de clases menos favorecidas, por ejemplo la insuficiencia de los recursos necesarios para vivir, las pocas oportunidades para entrar a la vida laboral, adquirir los servicios médicos, etc. hace que estas personas marquen sus diferencias con las otras clases sociales y a veces pueden llegar a sentir resentimiento por su situación. Hechos que consecuentemente desembocan en la problemas de seguridad y violencia. Del mismo modo, puede suceder que al ingresar al ambiente laboral son presionados y oprimidos para producir y sus salarios son mínimos.

Historietas:Mafalda











Frases de Baró


"El saber psicológico debe ponerse al servicio de una sociedad donde el bienestar de los menos no se asiente sobre el malestar de los más, donde la realización de los unos no requiera la negación de los otros, donde el interés de los pocos no exija la deshumanización"

Ignacio Martín-Baró

"...cuando la relación de poder carece de suficiente justificación moral, uno de los mecanismos más accesibles para tranquilizar la propia conciencia es la devaluación de la víctima".

Ignacio Martín-Baró

Reseña 02: Acción e Ideología



REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA:

Nombre del libro, capítulo o artículo objeto de esta reseña: Acción e Ideología (psicología social desde Centroamérica) capitulo VIII, contexto social: la lucha de Clases

Número de páginas que fueron leídas para hacer esta reseña: 32
Nombre y apellido del autor: Ignacio Martín Baró
Editorial: UCA ediciones
Fecha de edición: 1983
País que lo publica: Salvador

TEMA O TESIS QUE DESARROLLA EL AUTOR:


Como ya lo mencione el capitulo se llama contexto social: la lucha de clases y básicamente el tema central o tesis de este capitulo es como la violencia estructural es el marco en el que surge la violencia o agresión, según el contexto de la clase oprimida. Mejor dicho como el oprimido se ve obligado a utilizar la violencia como único método para lograr la libertad, Tratando de tomar a la fuerza el poder político para lograr una igualdad social. También se establece como el oprimido al estar sufriendo las situaciones sociales crea un resentimiento social hacia el opresor.







INDAGACION DOCUMENTAL:

“La sociedad salvadoreña, como el resto de las sociedades latinoamericanas, se encuentra profundamente escindida en grupos, cuyos intereses sociales resultan irreconciliables. Esta irreconciliabilidad de intereses sociales esta a la raíz de la oposición objetiva entre los dos grupos principales –burguesía frente a proletariado, en sentido amplio-que es lo que se conoce como lucha de clases. en cada momento, el ordenamiento social existente constituye el producto del balance de las fuerzas sociales. así el orden social mantenido en el salvador es el producto del dominio de una pequeña minoría capitalista sobre la gran masa popular y refleja en todas sus articulaciones los intereses de la clase de esa minoría .esto significa que la misma configuración de la organización social en el Salvador constituye ya un estado de violencia dominadora de los pocos sobre muchos, de los poderosos sobre los impotentes. Esta situación es la que ha sido calificada de violencia estructural y ha sido denunciada como un “desorden establecido”. (P. 405)





“La violencia estructural no se reduce a una inadecuada distribución de los recursos disponibles que impide la satisfacción de las necesidades básicas de las mayorías; la violencia estructural supone además un ordenamiento de esa desigualdad opresiva, mediante una legislación que ampara los mecanismos de distribución social de la riqueza y establece una fuerza coactiva para hacerlos respetar. El sistema cierra así el ciclo de violencia justificado y protegiendo aquellas estructuras que privilegian a los menos a costa de los mas. Mas aun, el control sobre las instituciones sociales permite a la clase dominante imponer de objetivos a la sociedad entera y hasta plantear un determinado estilo de vida como ideal de existencia –objetivos y estilo de vida que refuerzan la organización social al servicio de sus intereses de clase” (P. 406)


“Puesto que el orden social es producto y reflejo del dominio de una clase social sobre el resto, la conclusión mas importante que ahí se sigue es también la mas obvia; la violencia ya esta presente en el mismo ordenamiento social y , por tanto, no es arbitrario hablar de violencia estructural. Esta violencia no es una violencia de individuos; ni siquiera es necesario que exista conciencia personal de ella. Por el contrario, se trata de una violencia de la sociedad en cuanto a la totalidad y, mientras no entre en crisis, se impone una connaturalizada de la que no se es consciente en forma refleja. Pero la violencia esta allá y que supone una continua coerción impuestas a las clases dominadas, ha sido puesto de manifiesto históricamente con los movimientos de desobediencia cívica no violenta. Con su rechazo pacifico a seguir la reglas del juego ,los partidarios de Gandhi ,Martín Luther King o Monseñor Helder Cámara hicieron que aflorara la violencia del sistema y saliera a las calles a imponer por la mano militar aquellas exigencias coactivas que alimentan los privilegios del sector social en el poder .”(P. 406)


“El trasfondo de la violencia estructural es el marco en el que surge y hay que interpretar cualquier forma de violencia o agresión que se produzca”(P. 407)


“Cuando los sectores sociales oprimidos recurren a la violencia para lograr su liberación se trata de una violencia derribada como ya lo planteo Paulo Freire (1971), es la violencia del opresor la que instaura una situación opresiva , sin que al oprimido le quede con frecuencia otro medio para liberarse de su situación que acudir también a la violencia”(P. 407)


“En el marco del desorden establecido, cada grupo y persona va elaborando su identidad y escribiendo su biografía. el proceso de socialización, mediante el cual los individuos llegan a ser personas humanas y miembros de una sociedad, supone la apropiación de las exigencias del sistema imperante. El “control social” constituye esa violencia interiorizada por cada persona, que le lleva a encauzar su desarrollo por unos caminos y no por otros. es importante no incurrir en idealismos abstractos: toda formación humana supone una cierta dosis de coerción y el propio crecimiento personal requiere opciones. Elegir siempre un camino implica descartar otros posibles. el problema no se cifra en esta dosis lógica de coerción formativa, cuando en el mismo carácter mismo de la coerción impuesta. En la medida en que el ordenamiento interiorizado, las exigencias sociales apropiadas requieran sumisión de las personas a un orden opresivo que los enajena y deshumaniza, en esta medida el proceso de socialización constituye un mecanismo de violencia institucional. El fatalismo con amplios sectores del pueblo latinoamericano han aceptado tradicionalmente su destino personal y que se refleja en la expresión salvadoreña “uno de pobre…” es un claro indicio psicosocial de una violencia estructural interiorizada.”(P. 410)


“Quienes como parte de los sectores oprimidos tienen que interiorizar una violencia que deshumaniza ;quienes tienen que aceptar la imposición de unos esquemas y formas de vida que les impiden la adecuada satisfacción hasta de sus necesidades mas fundamentales ; quienes que aprenden que los mismos comportamientos que utilizan la clase dominada les esta vedados, se encuentra en la posición de revertir la violencia, esos factores y esos comportamientos aprendidos en contra de los opresores. afectivamente, este proceso es posibilitando por el resentimiento.”(P. 410)


“El termino resentimiento, es bien sabido, suele ser utilizado con un sentido negativo; indicaría un rechazo con algún hecho o persona sin suficiente base o justificación, un odio social gratuito (Castilla del pino, 1961/1976). Sin embargo, esta es una compresión simplista del resentimiento, que pone en manifiesto la ideologización devaluadora de todo lo que supone oposición en los intereses sociales dominantes. La aplicación mas normal del calificativo” resentido” se dirige aquellos que ,tras haber sufrido una situación social desfavorable ,pretender cambiar ese estado de cosas y para ello buscan lograr el poder político” (P. 410)


"Resentido se ha hecho sinónimo de persona de trasfondo turbio, oscuro, de radical mala intención, de impulsos primariamente destructivos del orden establecido, procedentes de un penoso, y muchas veces inconfesado, reconocimiento del propio fracaso existencial. La idea de la génesis gratuita del resentimiento contiene implícita la de la absoluta responsabilidad del hombre respecto del modo elegido el para ser lo que es. Esta concepción falsa imagina al hombre como un ser que adviene al mundo en un abstracto pie de igualdad frente a los otros hombres, y cada cual en hipotética libertad de adoptar cualquier dirección, buena o mala. La introducción de vectores sociales en el desarrollo del individuo ha venido a demostrar bien a las claras que el hombre es el que es, pero, sobre todo, el que se le hace hacer.” (P. 411)



“Es posible –casi seguro- que la conciencia de la desigualdad sea el punto originario en toda actitud resentida”(P. 411)






“El estar resentido sensibiliza al sujeto ante las formas injustas se una sociedad rígidamente acomodada en un “orden” reprobable. El resentimiento ha dado lugar, en cada situación histórica concreta, a un paso mas y mejor sobre la estimativa precedente del ser humano.”(P. 411)




“Unos de los factores que con mas facilidad desata los comportamientos violentos es la posibilidad de realizarlos. La configuración de situaciones de poder, real o simbólico, es una de las fuentes principales de violencia social. El individuo que se encuentra en un momento dado al frente de una institución poderosa o de un fuerte organismo puede sentirse movido a utilizar la fuerza a su disposición para su beneficio particular o el de su propia clase, tanto mas si la violencia o agresión ejercida por esa institución u organismo puede contar de antemano con la justificación social. El joven adolescente convertido instantáneamente en autoridad por la imposición de un uniforme y, sobre todo, por el poderoso rifle puesto en sus manos, esta siendo colocado en un verdadero trampolín de comportamientos violentos, cuyos resortes inmediatos requieren control del que por lo general carece”(P. 413)

SÍNTESIS:


Las sociedades latinoamericanas se encuentran en constante lucha irreconciliable de oposiciones entre dos clases como la Burguesía frente al proletariado (lucha de clases); Entonces a partir de la lucha de estas dos clases se establece que el poder es producto de dominio de una minoría capitalista sobre una masa popular, mejor dicho una violencia dominadora de los pocos sobre muchos, de los poderosos sobre los impotentes; perspectiva que se le ha denominado “violencia estructural”.




La violencia estructural establece la inadecuada distribución de recursos disponibles que impide la satisfacción de los recursos de las mayorías, ésta también supone un ordenamiento de la desigualdad opresiva, donde la clase dominadora tiene el control de las instituciones sociales en el que impone un estilo de vida como ideal de existencia que refuerza el servicio de interés de la clase.



Entonces, los sectores sociales oprimidos recurren a la violencia como método para lograr su liberación, en contra de la situación opresiva. Así pues, los oprimidos tienen que interiorizar una violencia que los deshumaniza para aceptar unos esquemas o estilos de vida que les impide la satisfacción de sus necesidades, lo que trae como consecuencia comportamientos aprendidos en contra de los opresores, lo que va posibilitando el resentimiento.

El resentimiento se define o indica de manera negativa un rechazo hacia alguna persona o grupo sin una suficiente justificación (odio social gratuito). Lo que establece una oposición de intereses sociales entre clases , debido a que los oprimidos al sufrir una situación social desfavorable pretenden cambiar las cosas si llegan a lograr el poder político, en el que podrán establecer una igualdad frente a los otros hombres y cada cual con la libertad de adoptar cualquier dirección , buena o mala.





Finalmente la socialización implica cierta cantidad de control social donde la violencia se interioriza en cada persona definiendo el camino por cual ir (conformismo-inconformismo), también, la violencia estructural obliga al individuo oprimido a buscar formas o métodos para llegar al poder, como por ejemplo reclutarse en la policía para tener poder y control sobre otros.


OPINION PERSONAL ARGUMENTADA:


A partir de lo anteriormente dicho es pertinente decir que las ideas allí planteadas sirven para responder la pregunta, debido a que plantea como el opresor al verse afectado por el poder capitalista de las clases superiores, utiliza métodos violentos para lograr su libertad; El oprimido solo quiere que su voz sea tomada en cuenta, que se pueda establecer una igualdad donde su opinión sea tan valiosa como el que oprime o el que tiene el poder. Ellos quieren implantar una igualdad donde puedan haber reglas que beneficien a todos y no solo a una minoría de la población; entonces los oprimidos al no obtener nada y al ser juzgados tienen que formar grupos donde hacen oír su voz a las buenas o a las malas , ya que estos no se muestran conformes con lo que viven, por lo que alimentan su espíritu con un gran resentimiento social, debido a que ven como unos pocos cada día se hacen mas ricos y mas importantes, mientras ellos en cierta forma se extinguen por no tener los recursos suficientes, tales como trabajo, educación, salud y comida para sobrevivir dignamente.

Entonces, al verse acorralados en una situación critica empiezan a formar grupos o movimientos sociales como actualmente se le conoce, en donde comentan sus problemas para exponerlos en el gobierno en forma de proyectos haber si se los cumplen ,sin embargo la mayoría de proyectos no son puestos en practica y quedan en el aire deambulando ya que cuando los que tienen el poder, necesitan botos para las elecciones prometen de todo, pero a la hora de cumplir ,no salen con nada , por lo que todo este tipo de situaciones hace sentir al oprimido un resentimiento debido a que siente como un objeto que es utilizado y desechado a su vez , por lo que éste tienen que recurrir a la violencia para desahogar todo éste sentimiento y hacer oír sus voz de protesta en contra de una desigualdad social que tiene tan mal a las personas de escasos recursos en Colombia.




Finalmente es importante mencionar que en Colombia estamos alrededor de grupos que se suelen denominar movimientos sociales , con el fin de quitarnos las vendas de los ojos y que veamos la realidad que ésta al frente y elevemos nuestra voz de protesta igual que ellos, posición que en cierta forma estoy de acuerdo ya que como Martín Baró plantea “el individuo al encontrarse en un momento dado al frente de una institución poderosa se siente movido a utilizar la fuerza para beneficio particular de su clase, tanto mas si la violencia o agresión ejercida por esa institución u organismo puede contar de antemano con la justificación social.” Entonces el individuo se deja llevar por lo que siente por lo que esta sufriendo y nadie comprende, por lo que muchos ven e ignoran. ¿Nosotros vemos lo que realmente pasa en nuestro entorno social? Esto deberíamos preguntarnos cada vez que vemos a una persona en la calle pidiendo dinero para comer.




RESPUESTA A LA PREGUNTA:

El poder social (opresor-oprimido) implica respuestas violentas del oprimido ante las instituciones poderosas ,debido a la situación que éste sufre desde que nace, por lo que el individuo oprimido siente resentimiento , cómo un odio gratuito hacia las clases superiores ya que ve como las personas que tienen el poder los someten y le ofrecen oportunidades casi nulas. Trayendo esto como consecuencia una confrontación entre oprimido-opresor o Burguesía- proletariado.




Por tanto las ideas anteriormente planteadas responden a mi pregunta en la medida de que la violencia estructural es una de las implicaciones importantes que puede tener la relación del poder(opresor-oprimido) abriéndole campo a la lucha de las clases sociales y con ello el resentimiento producido por el oprimido a no satisfacer sus necesidades.




Finalmente es pertinente decir que esta confrontación obliga al oprimido a buscar métodos mediante los cuales puedan tener el poder para lograr una sociedad equitativa donde no tenga que haber violencia por un inconformismo social.